Comparto hoy la entrevista que tuve la oportunidad de hacerle, hace ya casi un año, al colectivo Hetaira. Fue publicada en la revista Libertario, inactiva a día de hoy. Como es un tema que hoy en día sigue haciendo sangre y hacia el que personas de cualquier color político siguen manifestando la más profunda incomprensión, he decidido rescatarla. Parece que, de alguna manera, y pese al desconocimiento en general, todo el mundo tiene una opinión muy formada sobre este colectivo, al igual que todo el mundo, desde el sector más conservador hasta los detractores más acérrimos del heteropatriarcado, tiene una idea clarísima de cómo debe ser "la mujer" (término que me parece agresivo de base). He discutido mucho sobre el tema y leo todo lo que puedo al respecto. Una mujer incluso me llegó a bloquear en Facebook por contestarle que me parecía muy arrogante por su parte decir que la prostitución atentaba contra la dignidad de la mujer (de nuevo, "la mujer"). También he sido tachada de feminazi por un hombre que negaba el machismo a lo largo de la historia, alegando en contra del hecho de que la mujer no ha podido ser propietaria hasta hace muy poco, que igual para ella era muy cómodo esperar en casa y que en los accidentes de barco se salvaba a los niños y a las mujeres primero. Fui calificada salvajemente de machista por un conocido cuando me manifesté en contra de las leyes de paridad y hablé de los casos de maltrato hacia el hombre. Pero ya estoy yéndome por las ramas. Ante esta situación de histeria generalizada, creo que lo mejor es intentar mantener la calma, observar y escuchar.
No es la primera vez que lo digo, pero, como mujer, o más como individuo, estoy cansada de que un montón de gente, hombres y mujeres, movidos por intereses políticos y/o motivos falsamente altruistas, pretendan hablar en mi nombre, decir cómo debo ser y cómo debo sentirme ante la realidad social (de lo contrario, estás alienada). Siempre preferiré a corderos con piel de lobo (esos que normalmente se convierten injustamente en chivos expiatorios) que a lobos con piel de cordero.
En el caso de la prostitución, tal vez sería conveniente abandonar la condescendencia y el afán juzgador y escuchar lo que tienen que decir las trabajadoras sexuales. Por eso agradezco de corazón a las mujeres del colectivo Hetaira el tiempo que dedicaron a contestar a mis preguntas.
Hetaira nació en 1995 y, a día de hoy, es una entidad declarada de utilidad pública. Sus principales objetivos, a grosso modo, son defender los derechos de las trabajadoras del sexo, luchar contra la estigmatización social que sufre este colectivo, fomentar su organización, concienciar a la sociedad de la realidad de la prostitución y su entorno y detectar y apoyar a las víctimas de trata de seres humanos con fines de prostitución forzada.
¿Cuáles son los principales obstáculos que os encontráis a la hora de desarrollar vuestra labor como asociación?
El mayor obstáculo para el respeto de los derechos humanos y la consecución de los derechos laborales y sociales de las trabajadoras del sexo es la falta de voluntad política. La opinión de la sociedad en general es cada vez más cercana a la lógica de que ni las trabajadoras del sexo ni nadie vive mejor sin derechos. Pero ésta lógica no parece calar institucionalmente, ya que las trabajadoras del sexo son las grandes olvidadas por las instituciones y se suele mirar hacia otro lado. Esto no ocurre con otros colectivos de trabajadoras y trabajadores, pero a las trabajadoras del sexo se les niega constantemente la voz, algo que debería ser inconcebible en sociedades democráticas.
La confusión de términos referentes a la prostitución es otro de los grandes problemas que nos encontramos. Los medios de comunicación suelen mostrar una parte estereotipada de las prostitutas y constantemente se confunde trata de seres humanos con prostitución voluntaria, como si se tratara de las mismas situaciones. Esto dificulta gravemente responder con efectividad a las diferentes realidades que se dan en el mundo de la prostitución.
Son muy variados y dispares los partidos, colectivos, grupos religiosos y personas que se manifiestan en contra de la prostitución. Las posturas abolicionistas mantienen afirmaciones como “No se debe permitir mercantilizar el cuerpo”, “La prostitución simboliza el sometimiento de la mujer”, “El noventa por ciento de las personas que ejercen la prostitución son obligadas a ello”, “Aunque digan que lo hacen voluntariamente, ninguna quiere”. Incluso he llegado a leer que el esclavismo sexual existe porque existe la prostitución, por lo que lo más lógico es acabar con ella. ¿A qué creéis que se debe esta confluencia entre personas e ideologías de tan diversa índole? ¿Cuál es vuestra respuesta ante los partidarios del abolicionismo?
La clave de que las prostitutas sean atacadas desde frentes tan diversos es el papel que juega el control de la sexualidad femenina en sociedades patriarcales como la nuestra. El hecho de que haya mujeres que se ganen la vida ofreciendo servicios sexuales a cambio de dinero provoca numerosos posicionamientos en contra cuyo origen es diverso, pero que tiene una consecuencia común: la discriminación, invisibilización y empeoramiento de las condiciones de vida de las mujeres que ejercen la prostitución. En ocasiones, también la criminalización.
Nuestra respuesta siempre será reivindicar un análisis responsable y honesto del mundo de la prostitución que cuente con la voz de las protagonistas, ya que nos parece la única manera de crear propuestas apropiadas a una realidad compleja y diversa.
Desde los feminismos, las feministas abolicionistas y las feministas pro derechos compartimos un objetivo común, el bienestar de las mujeres, sin embargo discrepamos en las fórmulas para lograr este objetivo.
Uno de los grandes problemas del movimiento abolicionista es que analiza la prostitución de un modo homogéneo considerando a todas las mujeres víctimas e ignorando la voz de las prostitutas que están reclamando derechos laborales. Nos parece muy grave que desde un sector del feminismo se niegue la capacidad de agencia de las trabajadoras del sexo con frases como “Aunque digan que lo hacen voluntariamente, ninguna quiere”, ninguna feminista deberíamos decir a las demás mujeres lo que deben de hacer.
Desde Hetaira creemos que hay que dar respuesta a todas las realidades, hay que escuchar a todas las mujeres. Luchar contra la trata y ofrecer opciones reales para aquellas personas que quieren abandonar el ejercicio de la prostitución no es incompatible con escuchar las reivindicaciones de aquellas mujeres que quieren seguir ejerciendo la prostitución y quieren hacerlo con instrumentos legales que mejoren su calidad de vida y les proteja de los abusos, la violencia y la explotación.
Así mismo, creemos que el debate debe basarse en argumentos y no en bulos e invenciones. Bulos como el que afirma que las organizaciones pro derechos son financiadas por proxenetas o mafias. Esto es absolutamente falso y no pretende argumentar sino descalificar y hacer daño, nos duele mucho escuchar estas acusaciones de otras compañeras feministas.
También creemos que la rigurosidad es muy importante y no se deben inventar cifras como las que afirman que el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución son víctimas de trata, una cifra inventada ya que no existe ningún estudio que la avale e ignorando a su vez el estudio de la ONU del 2010 estima que 1 de cada 7 prostitutas en Europa podría ser víctima de trata, es decir, un 12-15%, un porcentaje muy preocupante, pero muy alejado de ese 90% que se ha difundido sin ningún criterio.
En los sectores que se oponen al ejercicio de la prostitución, las prostitutas generalmente son culpabilizadas o victimizadas desde un punto de vista moral. O bien lo que hacen se considera que está “mal”, o bien son vistas como mujeres desvalidas y confusas que deben ser rescatadas de su condición. Entiendo que son víctimas cuando son forzadas y que el trabajo forzoso debe combatirse con todos los medios de los que se disponga. Pero, en el caso de una prostituta que elige su profesión de forma voluntaria, la carga de prejuicios sociales que soporta es muy grande. ¿Os habéis encontrado con casos de incidencia psicológica grave?
Muchas trabajadoras del sexo coinciden en que sus peores vivencias no proceden de ofrecer servicios sexuales a cambio de dinero, sino del desprecio social, es decir, del estigma que sufren por hacerlo.
El estigma es esa visión peyorativa que la sociedad tiene hacia las prostitutas por el hecho de serlo. Es una etiqueta que inunda todos los aspectos de sus vidas y que en muchos casos genera inseguridad, baja autoestima, vergüenza, estrés por llevar una doble vida ocultando a lo que se dedican y el consecuente miedo a ser descubiertas.
Cómo afecta el estigma depende de muchos factores personales y sociales, las propias vivencias de la sexualidad, la cultura y la religión de origen, etc. Como hemos comentado anteriormente, las personas que ejercen la prostitución son muy diversas y hemos conocido mujeres a las que el estigma condiciona notablemente sus vidas y otras a las que no afecta de la misma manera.
Es importante destacar que las mujeres no sufren el estigma de manera pasiva, también son sujetos activos que desarrollan diferentes estrategias y habilidades para enfrentarse y subvertirlo.
Las prostitutas tienen conocimientos, estrategias y habilidades muy valiosas de las que la sociedad en general podría aprender mucho, es una pena que la hipocresía moral y la victimización que se hace de ellas desvalorice todo ese potencial y pase inadvertido. Las trabajadoras del sexo tienen mucho que aportar a esta sociedad, solo hay que escucharlas.
Beatriz Gimeno, diputada de la Asamblea de Madrid y activista española por los derechos de LGBT, en uno de sus artículos del 2014 asevera que la prostitución tiene en la igualdad de género un efecto devastador. ¿Qué opináis al respecto?
Creo que todas las feministas estamos de acuerdo en que la prostitución es una institución patriarcal, algo que ocurre también con el resto de instituciones como la familia, el sistema legislativo o el matrimonio. En sociedades patriarcales la desigualdad de género atraviesa todos los aspectos de las mismas.
Ahora bien, la cuestión es cómo nos enfrentamos a esa desigualdad, qué estrategias feministas son las más adecuadas para mejorar la vida de las mujeres que ejercen la prostitución. El trabajo doméstico es también un ámbito en el que es evidente la desigualdad de género y no existe un movimiento de abolición, sino que se aboga por dotar de derechos laborales a las trabajadoras domésticas, algo que las propias trabajadoras reivindican desde organizaciones como Territorio Domestico o desde Senda de Cuidados. Para nosotras la situación de las trabajadoras del sexo tiene la misma lógica, la forma de enfrentarse a la desigualdad de género es el empoderamiento de las mujeres, derechos que fomenten su autonomía y se puedan proteger del abuso y la explotación de terceros.
En nuestra opinión, negarse a estos derechos sí que tiene un efecto devastador en la igualdad de género. La opinión de cada cual sobre la prostitución es legítima, pero más allá de posiciones teóricas debemos buscar soluciones realistas a la difícil situación en la que se encuentran actualmente las trabajadoras del sexo.
¿Cuál es la situación de la prostitución masculina en España? ¿Han solicitado hombres que se dedican a la prostitución vuestra ayuda o asesoramiento en alguna ocasión?
Desde Hetaira defendemos los derechos de todas las personas que ejercen la prostitución, por lo que también atendemos a los trabajadores sexuales que contactan con nosotras, aunque nuestra realidad más cercana y en la que tenemos más experiencia son las mujeres cisexuales y transexuales. La realidad de los hombres que ejercen la prostitución, aunque comparte lugares comunes con las mujeres, en otros aspectos es diferente, por ejemplo, en cómo les afecta el estigma, por lo que para las demandas sobre asuntos más concretos nos coordinamos con organizaciones especializadas en prostitución masculina.
Amnistía Internacional apoya, basándose en diversos informes, la despenalización de la prostitución consentida y actividades conexas, aduciendo que la prohibición sólo repercute negativamente en las vidas de las trabajadoras sexuales y uniéndose así a la postura de varias organizaciones como Alianza Global contra la Trata de Mujeres, la Comisión Global sobre VIH y Derecho, Human Rights Watch, ONUSIDA, el relator especial de la ONU sobre el derecho a la salud, la Organización Mundial de la Salud, entre otras. El Colectivo Hetaira también se mostró favorable al posicionamiento de AI. Posicionamiento que implica estar a favor despenalizar el ejercicio de prostitutas, proxenetas, burdeles y clientes. Varios colectivos y organizaciones (entre ellas la Coalición contra el Tráfico de Mujeres, que alcanzó relevancia gracias a una carta contra la posición de AI, firmada por 400 personas, entre ellas algunas actrices de Hollywood) e incluso algunas trabajadoras sexuales han alzado voces disidentes, afirmando que es intolerable que se despenalice la actividad de proxenetas, burdeles y clientes por ser esta una forma de “premiar” al criminal. ¿Cuál es vuestra respuesta a este último punto? ¿Cómo creéis que afectará esto a la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales?
Llevamos muchos años viendo como la penalización de la prostitución agrava alarmantemente la vida de trabajadoras del sexo de diversas partes del mundo y cada vez más organizaciones relacionadas con los derechos humanos son conscientes de esta evidencia. La prohibición total, como ocurre en EEUU, o la criminalización de la demanda, como ocurre en Suecia, tienen como consecuencia la peor de las aliadas de colectivos vulnerables: la clandestinidad. Las mujeres, para evitar ser penalizadas o que penalicen a sus clientes acaban ejerciendo en lugares más escondidos donde son más vulnerables a las violencias. También pierden poder en la negociación, ya que para que no sean descubiertas ellas o sus clientes, los tratos tienen que ser más rápidos, por lo que tienen más dificultad en negociar el precio, el preservativo, etc.
Desde Hetaira recibimos con mucho entusiasmo que AI se posicionara por la despenalización. Han realizado un trabajo de documentación exhaustivo y riguroso sobre la situación de las personas que ejercen el trabajo sexual en el mundo. La despenalización es el punto de partida imprescindible para mejorar la vida de las personas que ejercen la prostitución. Acreditadas las consecuencias de perseguir el trabajo sexual, la despenalización debería ser un mínimo a compartir entre los feminismos pero, desgraciadamente, estamos lejos de ello actualmente.
Las organizaciones que defendemos los derechos humanos tenemos la obligación de analizar con responsabilidad las consecuencias de las diferentes políticas que afectan a la vida de las personas. En este caso es bastante evidente que la penalización en la práctica no protege a las mujeres, sino que las oculta y las hace más vulnerables, por lo que debemos buscar fórmulas que no solo nos encajen teóricamente, sino que se adapten a la realidad que trabajamos.
¿Creéis que se ha avanzado en la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales en los últimos veinte años en España y Europa? ¿Cómo imagináis que será el panorama dentro de veinte años?
El movimiento de las trabajadoras del sexo por la reivindicación de sus derechos comenzó en los años 70, concretamente en la revuelta de prostitutas francesas de 1975, cuando hartas de hostigamiento policial y violencia se encerraron en una iglesia de Lyon para reivindicar respeto y derechos. Desafortunadamente, las reivindicaciones de las prostitutas francesas son de rabiosa actualidad, ya que continúa el atropello a los derechos humanos de las trabajadoras del sexo en todos los rincones del mundo. Sin embargo, el panorama se va transformando y los logros del movimiento pro derechos avanzan con paso firme y constante.
Formamos parte de un movimiento que no ha parado de crecer. Existen redes como ICRSE, NSWP o la RedTraSex de Latinoamérica y el Caribe que demuestran que las organizaciones pro derechos no son casos aislados, sino un movimiento sólido de defensa de derechos humanos que trabaja duro a pesar de las difamaciones e invisibilización a las que nos someten las instituciones y algunos medios de comunicación.
Fruto del trabajo por los derechos se ha avanzado en la mejora de la calidad de vida de las mujeres: cada vez son más las trabajadoras del sexo activistas que dan la cara y desmontan el estigma y los estereotipos, crecen las organizaciones de defensa de derechos y la representación de las prostitutas en las instituciones, se reivindican acciones contra los abusos y la explotación y se generan propuestas políticas que responden a las necesidades reales de las trabajadoras del sexo.
No sabemos cómo será la situación dentro de 20 años, son muchos los cambios necesarios. Deseamos un fuerte empujón de los feminismos que mejoren la vida de todas las mujeres, algo que no es posible sin escuchar las demandas de las trabajadoras del sexo.
¿Cuál creéis que debe ser el papel del Estado en lo referente a la prostitución?
Desde el modelo pro derechos creemos que el Estado debe desarrollar políticas públicas (contando con la voz de las implicadas) que garanticen los derechos para proteger a quienes ejercen la prostitución. Se trata de que las personas que se dedican al trabajo sexual tengan los mismos derechos que el resto de la ciudadanía, los mismos derechos laborales que el resto de trabajadores y trabajadoras en otros sectores económicos. Actualmente, al carecer de los derechos más fundamentales son consideradas ciudadanas de segunda.
No defendemos una “regulación” de la prostitución. El modelo regulacionista tiene como objetivo controlar la prostitución sin otorgar ningún derecho, beneficia a los empresarios e ignora las reivindicaciones de las protagonistas. La propuesta pro derechos, al contrario, sitúa las necesidades de las trabajadoras del sexo en el centro y propone medidas para controlar que los empresarios del sexo no puedan imponer sus normas como lo hacen actualmente.
El papel del Estado nunca debe ser el de controlar, discriminar, perseguir o penalizar a las mujeres. El Estado español además de no garantizar derechos, penaliza a prostitutas y/o clientes través de Ordenanzas Municipales y la conocida Ley Mordaza. La violencia institucional, lejos de resolver situaciones de explotación, las agrava y se ceba castigando a un colectivo ya de por sí vulnerable y muy castigado por la desprotección, la hipocresía y la doble moral.
Para defender los derechos humanos de las trabajadoras del sexo es necesario que movimientos sociales y partidos políticos se posicionen a favor de los mismos. Como no se cansan de decir nuestras compañeras de la Red de Trabajadoras del Sexo de América Latina y el Caribe (RedTraSex), “las trabajadoras del sexo no somos el problema, somos parte de la solución”.
Muchas gracias por vuestro tiempo. Aprovecho para dejar un link a la web del colectivo Hetaira, donde podréis estar al tanto de todas las actualizaciones y actividades, así como colaborar con ellas: http://www.colectivohetaira.org/WordPress/