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Incestuosa Navidad. Prólogo: drama, tabú y Bertolucci.

"El significado del tabú se nos explícita siguiendo dos direcciones contrapuestas. Por una parte, nos dice «sagrado», «santificado», y, por otra, «ominoso», «peligroso», «prohibido», «impuro». Lo opuesto al tabú se llama en lengua polinesia «noa»: lo acostumbrado, lo asequible a todos. Así, adhiere al tabú algo como el concepto de una reserva; el tabú se expresa también esencialmente en prohibiciones y limitaciones. Nuestra expresión compuesta «horror sagrado» equivaldría en muchos casos al sentido del tabú". Sigmund Freud. Tótem y Tabú.


Este año Bertolucci ya no está con nosotros, aunque a nivel artístico llevaba desaparecido desde el 2013, año en el que se estrenó su última película "Tú y yo", diez años después de haber hecho la que a mi juicio es su obra maestra, "Soñadores", con una bellísima y jovencísima Eva Green como componente femenino del triángulo incestuoso.

Este artículo nace porque llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre Bertolucci en relación a su obsesión con el incesto y los límites entre el yo y el otro, y pensé: "¿Qué mejor época que Navidad para hacerlo?".


Navidad es un tiempo en el que casi todo el mundo se reúne con la familia para celebrar la unión, la abundancia o reafirmar lazos. Sin importar la cantidad de escépticos que haya al respecto, todo el mundo se prepara como puede (emocional y físicamente) para los acontecimientos sociales que inevitablemente tendrán lugar. Pensado así, tiene todo el sentido del mundo el exceso de comida y bebida: la ingesta exacerbada controla los impulsos caníbales. La cenas navideñas son una suerte de tregua para los conflictos, en los mejores casos, una muestra clara de cierta necesidad de conservar el tabú para que el mecanismo social siga en marcha. Aunque a veces esta catarsis colectiva puede terminar resultando en todo lo contrario. En toda esta profusión de luces, canciones y regalos, hay brechas que se abren más profundas que nunca, heridas que se hacen más evidentes, pozos cuyas aguas no deben mirarse a riesgo de quedar petrificado.


La ficción a menudo nos ofrece una vía de escape para poder contemplar con distancia determinados conflictos que difícilmente podemos afrontar estando en el ojo del huracán o que sencillamente no son lo suficientemente intensos como para planteárselos a un nivel más profundo. El incesto es uno de los tabúes por excelencia, la cara oculta de la unión familiar. No en vano "Edipo rey" de Sófocles está considerada desde Aristóteles la tragedia más perfecta. Lo que no quiere decir que todos los hombres quieran acostarse con su madre y matar al padre, y viceversa con las mujeres. En la mayoría de las ocasiones el incesto se da a un nivel más simbólico que literal y tiene que ver con la capacidad (o incapacidad) de romper lazos de dependencia para madurar.


Por otro lado, no creo que el tabú sea necesariamente algo que se quiere hacer y no se hace. La palabra viene del polinesio y significa "lo prohibido", lo cual no quiere decir que todo lo prohibido es algo que se desea hacer, aunque en ocasiones la cualidad de "prohibido" lo convierta en tentación. Puede ser simplemente algo cuya visión produce terror, inquietud, angustia existencial. Un axioma que nos dice "si todo el mundo hiciera esto, la humanidad se iría a la mierda". Y, salvo excepciones autodestructivas, parece ser que la conservación de la especie es algo que nos interesa en mayor o menor medida a todos.


En sus orígenes polinesios, tan solo el hecho de pronunciar el tabú significaba motivo de castigo. El tabú era algo que no

se podía hacer, decir, comer. Los únicos que tenían el poder sobre los tabúes eran los hechiceros designados para tales tareas. El debate es amplio, pero soy de los que piensan que si no se aborda, el tabú corre el riesgo de convertirse en un monstruo, algo similar a lo que dice Freud sobre las emociones reprimidas: "Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de formas peores". Por eso creo que el drama es tan importante en nuestras vidas. El escritor, director o creador es una suerte de hechicero que se adentra en el tabú para liberarlo en un espacio seguro y mostrarlo a un público hambriento de ficción. McKee, teórico de guión, escribe: "El apetito de historias que tiene la humanidad es insaciable (...). Dedicamos tanto tiempo a narrar y escuchar historias como a dormir, e incluso entonces soñamos. ¿Por qué? ¿Por qué dedicamos una parte tan grande de nuestra vida a las historias? Porque, como dice el crítico Kenneth Burke, las historias nos aprovisionan para la vida".


El drama es el espacio acotado en el que a veces el tabú se muestra para ofrecernos una verdad sobre nosotros mismos sin tener que poner en peligro los mecanismos de supervivencia que nos permiten sobrellevar nuestro día a día. Bertolucci era un experto en sumergirse con valentía en las entrañas del tabú del incesto, explicitando en sus personajes, tramas e imágenes todo aquello que muchas veces se encuentra latente, olvidado y sabiamente escondido. En honor a esto, a lo largo de estas semanas publicaré tres críticas breves sobre las películas de Bertolucci "La luna", "Soñadores" y "Tú y yo".



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