Ariadna es un mito que ha anidado en mí durante mucho tiempo, casi tanto como el de Perséfone. Es un personaje que abordé en el segundo disco de Sybiliam, "Born Twice".
Ariadna, gracias a su hilo, ayuda a Teseo a salir del laberinto subterráneo en el que el héroe griego se enfrenta al Minotauro; renuncia a su condición de princesa para que el hombre del que está enamorada mate a la bestia que representa el corazón de lo salvaje en un mundo civilizado.
La dama cretense abandona su familia, su hogar y su patria para seguir a Teseo por mar, pero al hacer una parada en la isla desierta de Naxos algo inesperado sucede. Ella se queda dormida y Teseo (no sabemos por qué razón) leva anclas y la abandona mientras ella sueña con todos los mitos primigenios. Al despertar, se da cuenta de que Teseo ya no está a su lado. La princesa de Creta se convierte en el corazón civilizado en un mundo salvaje, poblado de depredadores y criaturas extrañas, donde su hilo no sirve de nada, tal vez para acabar con su propia vida antes de que lo hagan las fieras que rondan por el lugar.
En el momento máximo de desesperación, cuando la muerte parece el destino más seguro, Dionisos (el dios nacido dos veces), acude a ella y, de esta manera, se producen las nupcias del que será uno de los matrimonios más prósperos y fieles del panteón. Ariadna, así, se convierte en la mortal-inmortal nacida dos veces.
Normalmente suele representarse a Ariadna dormida, penando por Teseo o ya en las nupcias con Dionisos, pero en esta sesión quise representarla con una actitud diferente. No quise a una Ariadna lánguida, dormida o consumida por la desesperación. Ariadna no es débil, no está cegada por el amor. Lo asume con todas las consecuencias y reinvidica su individualidad a través de ese acto. Mientras Teseo se ha llevado consigo parte de la locura de la Bestia, y eso le lleva a destruir (abandonar) lo que ama, Ariadna representa la fortaleza y la coherencia entre las palabras y los actos.
El hilo que tendió en el laberinto no solo ayudó a restaurar la armonía inicial, sino que fue recogido por el dios del vino (la verdad), la vitalidad y el teatro; una divinidad ante la cual de nada sirve fingir que somos otros, puesto que él es el portador del secreto de la máscara.
El hilo es la unión onírica entre el mundo de los mortales y el mundo de los dioses. "Ad sidera tollere vultus". Ariadna volvió la vista hacia abajo en el laberinto subterráneo para poder seguir alzando su mirada a las estrellas.
コメント